Asumí que nadie cuenta conmigo, que no puedo contar contigo. Desde entonces mis ideas enfermaron, se complicaron, me están oscureciendo. Estoy entendiendo, asumiendo que estoy solo, que me has dejado solo. Ya no espero nada, de nadie. Aire envenenado de recuerdo y soledad, para acompañar la resaca que me causa olvidarte unas horas. Ahora, lo mejor, es que me quiero un poco peor. Siempre se puede ir a menos, más.
He gastado los consejos que me diste y lo he intentado de la forma que insinuaste. Ahora, traigo unos kilos de más y unas ilusiones de menos. Siempre se puede ir a peor.
Hoy resisto de manera improvisada, planificando al más corto plazo pequeñas acciones con un inmediato vencimiento. Si pienso no actúo. Por eso, intento no pensar consecuencias a largo plazo. El largo plazo es inseguro y reconsiderar culpas está entorpeciendo el presente. Contamino mi cabeza, corrompiéndola para que afloren las más groseras reflexiones. No ser yo me sienta bien. Necesito censurar algún recuerdo y no conozco mejor amnesia. Corrompo mis ideas a la vez que enveneno mi sangre. No argumento mis infracciones. Mañana volveré a ser angustia, angustia y desconsuelo. Tristeza de la que ella me doto. El futuro es inseguro y el tiempo gastado es tormento del presente.
La pasión de ayer fortalece el odio de mañana. Hoy, es irrelevante. El tiempo solo malcría las heridas. Si besas una rana te conviertes en sapo, no esperes descubrir realeza entre los humildes. Es tarde para creer que aún es pronto. Me conciencio y cargo con mi culpa. Mi culpa y tu estela, que siempre se terminan colando por el mismo orificio.
Para ajustar los pálpitos de este corazón deslucido, atesoro los sentimientos que nadie quiere. Soy más eficaz alentado por la tristeza. Continuare empobreciendo mi ánimo silenciosamente, dejándome perecer, aun más. Como reelegiste.
Para cualquier mente lúcida es obvio que no hay más salida. ¿Esperanza? Es sólo una excusa para permitir que la locura continúe. Quienes quieren vivir, son aquellos cegados. La felicidad es cosa de ignorantes o/y egoístas.
Y me percaté de que son los bienes más grandes que tenemos los que nos crean mayores desgracias. Vivir sin nada, es el único medio para evitar el sufrimiento… Pero, ¿Quién es tan valiente? Pasamos la vida buscando algo que nos haga sentir bien, para perdernos en el abismo cuando dejamos de tenerlo…
Los que hemos dejado impasibles secar nuestra felicidad, estamos condenados a remolcar un proporcionado castigo. El cielo rencoroso apaga nuestra estrella para dejarnos claro que, algunos ángeles no merecemos alas.
Disimuladamente abandono el vaso y me separo del pelotón. Ya están aquí. Mis soledades surgen como relámpagos, tirándome la realidad más grotesca a la cara. Cavilo encogido, observando el horizonte de la barra, más hermética cada día. Escuchar esa canción exige comerme el castigo. Así que, continuaré recapacitando hasta que se escondan los violines. Soy un experto despilfarrando el tiempo, malgastando ocasiones y echándote de menos. Tengo un compromiso con el fracaso, todavía le debo aquellos días de alivio. That was when I ruled the world… Ohhhhh Ohhh Ohhh... (Viva la vida - Coldplay)
El mundo se abalanza al holocausto, pero no lo suficientemente rápido. Hordas de ignorantes desatan su simpleza por doquier, en las calles, en la televisión, en los bares. Mientras, sólo queda contener la ira de ver cómo se expande gratuitamente la ignorancia. Es más fácil ser o hacerse el idiota que llevar una vida de sensatez.
Cualquier intento de auto-rescate siempre termina siendo una nueva catástrofe. Me rindo. Incapaz de arrinconarte, incapaz de purgar este corazón manoseado.
Los cristales de las ventanas están sucios, tienen tanta mierda que al mirar por ellos todos los días parecen nublados. No es buen sitio, mi cuarto no es un buen sitio para estar solo. No existe ningún buen sitio para estar solo. No es la primera vez que estoy solo y seguramente tampoco será la última.
Unos versos indecisos marcan el comienzo de lo que soy. Desde entonces, no tuve un segundo de descanso. Supongo que siempre lo busqué. Sentir la vida en lo más profundo. Y me doy cuenta que querer tal cosa es querer sentir la muerte. Pues se siente más, paradoja, la muerte que la vida. Tristeza, que bien tan absoluto. Qué sería de nosotros sin ella. Adorada pena...
Para alguien que logró ser feliz, es horrible seguir viviendo en una tierra de penuria sin otro apoyo que un recuerdo. Dejadme sin cosas bellas. No quiero la nostalgia. Prefiero la oscuridad de esta habitación pequeña y vacía, donde la claridad no refleje las ruinas de un lugar próspero antes. Lo peor de este infierno, es esa ventana, que muestra vuestro maldito paraíso.
Busco sonidos que alteren el estado desconsolado de mi alma. La soledad es lo único que puede ayudarme. Estoy solo, con un pasado que se niega a desaparecer. Cada uno con el suyo. Soy una historia más entre todas. Nada. Nadie soñara conmigo esta noche. Quien conoce mi secreto se niega a reconocer que también es suyo. No hay paz.
Soy incapaz de hacer las paces con el mundo. Que no os engañen mis sonrisas, mis emociones están bloqueadas. Lo sé, perdí mi espacio en tu vida, como en todas. Mis aborrecimientos desgastan todo aquello que deseo. Desilusión con olor a coco rompiéndome la cabeza. Solo añorando se educan los valores. Los pedazos del desastre me rellenaron aún más de locuras. Dolor, es lo único cierto, la única cordura que ha sobrevivido en mis demoliciones. Harto de odiarme, pero ya no sé hacer otra cosa.
Insulto a ésta cordura que me hace enloquecer cada noche, insistente se esmera en desvelarme para poder exteriorizarse. Así, reflejada en mis ojos, cualquiera que se moleste en observarme puede saber de mí angustia y especular con ella. Insulto a éstas reflexiones nocturnas que se recapitulan, con insistencia. Reflexiones que siempre terminan distorsionando la realidad, hasta el punto de agotar mí cordura, agotar la cordura para despertar el odio... éste odio.
Me vuelto transparente entre las masas, es lo único bueno que tienen las multitudes. Mi cara de idiota se pierde, se esconde entre el resto de caras idiotas. En ese momento, me siento nada, fusionado con el aire. En ese momento soy transparente, puedo pasar confiado.
Invisible ¡me encanta! Lo veo en mi sombra, está cambiado, cada vez es menos intensa, menos oscura, menos sombra. Cada vez es menos mía, como todo.
Aprovecho el momento, desde mi presumida transparencia y comparo entre el resto de caras idiotas buscando alivio, consuelo en la desgracia ajena. Busco entre las caras más alegres señales de tristeza, odio, locura y mal de amores. La desdicha reflejada en los ojos de cualquiera. Quiero confirmar que no soy único. Necesito que algo me haga sentir bien, que alguien me haga sentir bien. No es la mejor manera, pero funciona.
Nubes grises, su color explica que no traerán nada bueno, otra vez. Comienza a lloviznar, estoy lejos de cualquier resguardo. Se empapan de nuevo mis muertes, refrescándolas. Las tempestades, que parecen no despejarse nunca, jamás. Aprendiendo a vivir bajo tormentas, sin paraguas, con mis tormentos, ellos tampoco parecen tener intención de escampar. Busco refugio, donde mi ejército de ilusiones aprenda a instruirse mientras aún digiriere su derrota, que se acumula, otra más.
No tengo demasiada prisa, pero tampoco tengo demasiadas respuestas. En realidad, no tengo demasiado, de nada. Tampoco pido demasiado, yo no tengo demasiado que ofrecer. No soy demasiado para ti, para mi. No soy demasiado, para nadie.
Mi cabeza, contigo inundada, otra vez. Ilusión, dolor. Hoy es embriaguez, mañana retroceso. El corazón es mala guía. Cariño empapado en vodka y lágrimas, otra vez. Sufrimiento, espejismo del amor, amor no correspondido, asesino. Continúo encadenado a este patético delirio, el mismo que me ilumina, el mismo que me acuchilla. El cielo se desploma cada mañana, necesito oler tu pelo, otra vez.
Cada minuto falsea los segundos, cada día exagera las horas y tengo la impresión de hacer perpetua esta angustia. Cuando me deshago, el momento se tropieza con los pensamientos y lo noto, cada vez le cuesta más y más reincorporarse. Se desacelera el tiempo atollado en las reflexiones más enrevesadas, mezclando los recuerdos con aquellas ilusiones estropeadas, atormentando.
Nos soldamos con delicadeza, tristeza, habitación y yo. No puedo ocultar este ahogo. El desánimo, siempre concuerda con mi espacio y cada vez encuentro más y más razones para detestar mi propia presencia. Aunque me niego a reconocerlo, me estorbo y sé que también le estorbo a esta habitación
